Hoy 22 de abril se celebra a nivel mundial el “Día Internacional de la Madre Tierra”. Así lo estableció una resolución de Naciones Unidas en el año 2009.
Desde hace décadas, multitud de estudios, foros y movimientos venían advirtiendo sobre el deterioro del medioambiente y sobre las amenazas para la sobrevivencia de la humanidad derivadas, principalmente, de la acción devastadora del ser humano sobre la naturaleza.
Hoy la amenaza dejó de ser una advertencia para el largo plazo. Tenemos ante nuestro ojos evidencias desoladoras. A nivel mundial y a nivel de nuestro país.
Si bien los signos de deterioro ambiental en Nicaragua son de vieja data, en tiempos recientes hemos visto, escuchado o padecido hechos dramáticos, los cuales, si bien son una desgracia, tienen la virtud de despertar sensibilidades y conciencias de multitud de gente. Las tolvaneras, el secamiento de ríos y lagunas, la disminución del nivel de los lagos, la destrucción de los pinares, las concesiones mineras y la concesión canalera, son algunos de estos hechos.
Más allá del impacto del cambio climático, a nivel global, y de la responsabilidad de los gobiernos y funcionarios públicos, también debemos reconocer que los ciudadanos particulares somos los principales causantes de los daños ambientales. En la mayoría de los casos se trata de prácticas cotidianas, aparentemente inofensivas.
Cuando botamos basura y desperdicios en los cauces, en predios vacíos o en la calle, estamos dañando nuestro presente y nuestro futuro. Porque esa basura es fuente de mosquitos, moscas, ratones y otros vectores que dañan directamente nuestra salud. Y de gastos que podrían utilizarse para otros fines. También los contaminantes se infiltran a las fuentes subterráneas o van a parar al lago.
Cuando se despala, sea por pobreza o avaricia, estamos dejando sin protección los suelos. Esos suelos se erosionan con las lluvias y los vientos, perdiendo la capa vegetal. Al Perder fertilidad la producción es menor, los ingresos disminuyen y la pobreza crece.
Pero además, el despale influye en la temperatura ambiental, en el secamiento de los ríos y en la aniquilación de las fuentes de agua.
Cuando contaminamos los ríos, dejando ahí excretas, desperdicios y residuos químicos, estamos poniendo en riesgo a otros pobladores, privándolos y privándonos del vital líquido y acabando con la fauna acuática. Como los ríos van a parar al mar, afectamos las especies marinas, reduciendo las posibilidades de ingresos para quienes viven de la pesca.
Cuando se construyen, como en Managua, urbanizaciones ignorando toda consideración ambiental, estamos acabando con las fuentes de agua y preparando condiciones para desastres humanos y materiales. Esta es una amenaza que se cierne sobre miles de managuas.
Cuando pescamos con bombas o cuando se pesca fuera del período de veda, tenemos pescados para hoy, hambre para mañana.
El problema es que cuando tiramos una bolsa desde el bus o desde el taxi la actitud habitual es, una bolsa más, una bolsa menos, no hace daño. Cuando tiramos la basura en un cauce pensamos que una carretada más, una carretada menos, no hace daño. Pero no es así la cosa. Porque si todos pensamos y actuamos así, como en efecto ocurre, no es una bolsa sino que miles de bolsas; no es una carretada de basura, sino que miles de carretadas.
Y así, minuto a minuto, día a día, atentamos contra nuestra salud, la de nuestras familias y vecinos, y la de la población en general. Atentamos contra nuestros ingresos y en contra de las posibilidades de mejorar nuestra condición de vida. Atentamos contra las fuentes de agua y fuentes de vida.
Atentamos en contra de las condiciones de sobrevivencia de nuestra generación y atentamos también en contra de las generaciones venideras.
Por consiguiente, corresponde hoy conmemorar el día de la madre tierra, pero lo que se impone en realidad es empeñarnos en cambiar de mentalidad. Cambiar de actitud. Tenemos que educar a nuestra niñez, pero también a los adultos, comenzando por nuestras familias y nuestros vecinos. Y la mejor forma es con el ejemplo.
Velar por la vida y salud de nuestra madre tierra es también velar por nuestra salud y nuestra propia vida.
En años anteriores, organizaciones y pobladores han impulsado distintas actividades como caminadas, pronunciamientos, jornadas de limpieza y siembra de árboles. El año pasado la más connotada fue la marcha campesina en defensa de la tierra, lago y soberanía que se realizó Nueva Guinea. Marcha que este año se programó con bastante anticipación. Sin embargo, el régimen una vez más, descarga su grosero manotazo represivo mediante el bloqueo de la marcha campesina, ultrajando el sentido humanitario y pacífico de este día para transformarlo en un circo para sus seguidores (la contramarcha que inventaron) y en un atropello al legítimo derecho de los nicaragüenses a manifestarse.
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