Para mantenerse en el poder el régimen despliega una estrategia en múltiples planos. La mesa de negociación es solamente uno de los tableros en los que juega Ortega. No es el único. Por consiguiente, si queremos alcanzar la libertad estamos obligados a enfrentar a Ortega en todos los planos.
En el momento actual, la estrategia del régimen descansa, principalmente, en tres pilares: La mesa de negociación, la represión interna y la comunicación.
Ortega dejó claro, y por escrito, que las sanciones internacionales son su mayor temor. La mesa de negociación es un recurso que se dirige, precisamente, a contener y revertir las sanciones. El acuerdo que adoptaron los negociadores dice que la suspensión de las sanciones sería con el propósito de «facilitar el derecho al desarrollo humano, económico y social de Nicaragua» y «favorecer a los sectores más vulnerables de la población». Por supuesto que esto es una patraña. Todos sabemos que las sanciones se han aplicado a jerarcas del régimen, individualmente, y lo que afectan son sus propiedades y riquezas, fraudulentamente adquiridas.
Ortega y sus allegados han demostrado que el bienestar del pueblo les tiene sin cuidado, salvo en los discursos populacheros. Allí está el ejemplo del saqueo al INSS y las despiadadas reformas para solventar el déficit que ellos crearon. Allí está el ejemplo de las reformas fiscales, que generan desempleo, penurias y zozobra al pueblo nicaragüense. Lo que en realidad les importa es la impunidad y salvaguardar sus riquezas. Allí está el ejemplo de la compra fraudulenta del BANCORP. Y allí está el ejemplo del despojo cotidiano con los precios del combustible.
En este contexto, con la mesa de negociación Ortega pretende confundir, distraer, dividir y, a base de maniobras y tiempo, salirse con la suya. Si queremos enfrentarlo, debemos seguir trabajando arduamente en el campo internacional, que es un escenario de lucha fundamental.
Por ejemplo, en días recientes Ortega recibió tres fuertes golpes: La resolución condenatoria del Parlamento Europeo. La resolución del Consejo de Derechos Humanos. Y la inclusión del régimen por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en la lista negra de los violadores, junto con Cuba y Venezuela. Es preciso que capitalicemos esos hechos.
El segundo pilar de la estrategia del régimen es la represión. Ellos le tienen medido el pulso a la gente y saben que la indignación, el rechazo y la impaciencia están a punto de desbordarse. Saben también que el desencadenamiento de protestas masivas echaría por la borda toda su estrategia. Por esta razón siguen reprimiendo.
Sin embargo, hay un punto débil en esa estrategia que debemos explotar a fondo. Para Ortega es clave alimentar credibilidad de que tiene voluntad real de negociar y, a la par, siente la necesidad de mantener las protestas bajo control. Para sujetar las protestas requiere sostener o aumentar los niveles de represión, lo cual socava su credibilidad en la negociación. En contraste, otorgar concesiones, sobre todo en lo concerniente a derechos y libertades ciudadanas, afloja los mecanismos de control social, abriendo la posibilidad de que retornen a las calles las protestas masivas.
Si tenemos la capacidad de romper esa disyuntiva, rompemos también la estrategia del régimen. O estira por un lado, o encoge por el otro. Debemos llevarlo al punto en que tenga que encoger por los dos lados. Una señal manifiesta la tuvimos el sábado 16 de marzo, cuando la Unidad Azul y Blanco desafió al gobierno al convocar a una marcha de protesta, a pesar de la prohibición policial. El régimen reaccionó con la captura de casi doscientas personas, pero el rechazo internacional no se hizo esperar. La negociación se vio amenazada y Ortega liberó a los detenidos en menos de 24 horas.
El tercer pilar es la comunicación. Su pretensión es fijar en la opinión pública internacional la imagen que aquí todo se tranquilizó y que los nicaragüenses estamos resolviendo nuestros problemas. Mientras a nivel interno utiliza medios de comunicación, encuestas y redes sociales para tranquilizar a sus huestes, desinformar y amedrentar. Aquí la batalla para Ortega es cuesta arriba pero no debemos permitir que levante cabeza.
En congruencia con lo anterior ¿Qué corresponde hacer en términos estratégicos?
Primero. Mantener la denuncia internacional. La información internacional. Y aquí los nicaragüenses en el exterior tienen un desafío. No pueden cruzar los brazos. Hay que mantenerse activos informando y estrechando lazos con parlamentos, gobiernos, líderes políticos, organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación.
Segundo. A nivel interno, incrementar las acciones de protesta. El coraje demostrado en los piquetes del pasado sábado señalan la ruta. Y mejorar el trabajo en materia de comunicación.
Tercero. Ortega clama por la paz. El que tiene las armas. El que impone la violencia. El que hace la guerra. Clama por la paz. Pues bien, compremos el discurso de Ortega.
Demandemos a la Alianza Cívica que convoque a una marcha por la paz y la libertad. Y si no lo hace, que lo haga la Unidad Azul y Blanco. Y marchemos por la paz y la libertad a nivel nacional e internacional.
Desafiemos a Ortega con una marcha por la paz y la libertad. Veremos si estira o encoge.
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