Es cuestión de justicia elemental promover lo que ahora se conoce como equidad de género, la cual, no es otra cosa que la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres y la igualdad en el ejercicio de derechos. Por supuesto, alcanzar ese propósito no es cuestión solamente de políticas públicas y de leyes, menos aún de discursos vacíos, sino de realidades concretas.
Una responsabilidad de todos
Las medidas, normas sociales y jurídicas, lo mismo que las prácticas que requiere la equidad de género conciernen al conjunto del conglomerado social: las familias, empresas, iglesias, escuelas, organizaciones gremiales y sociales. Promover la equidad de género es un compromiso que debe abarcar a la sociedad en su conjunto pues también implica desterrar rémoras y prácticas sociales y culturales que, por lo general, se incuban en las propias familias.
Hay múltiples dimensiones donde corresponde actuar. Por supuesto, lo primero es identificar y caracterizar el problema. En esta ocasión vamos a compartir algunos datos sobre la condición de las mujeres en materia de empleo. Es un asunto esencial porque tiene que ver con los ingresos, el bienestar, la independencia, el reconocimiento y la autoestima de las mujeres.
¿Cómo les va a las mujeres en materia de empleo?
Comencemos con la participación de las mujeres en el mercado laboral: menos del cincuenta por ciento de las mujeres desarrollan una actividad laboral, ya sea en la economía formal o en la economía informal. En el caso de los hombres la participación se acerca al 80%. La razón de esta diferencia es que un porcentaje significativo de las mujeres se dedica a las actividades domésticas, las cuales no les generan ingresos. Aquí nomás tenemos una primera fuente de desigualdad, pues la falta de acceso al mercado laboral se traduce en carencia de ingresos.
Pasemos ahora al subempleo, que es el verdadero indicador del empleo en Nicaragua. La definición de subempleo es la siguiente: son todas aquellas personas que ganan menos del salario mínimo o que trabajan menos de 40 horas a la semana, a pesar de su voluntad de trabajar jornada completa. Pues bien, de las mujeres que ejercen una ocupación, el 52% se encuentran subempleadas. En el caso de los hombres el porcentaje de subempleados representa el 34%. Nuevamente, esta diferente condición laboral también repercute en que las mujeres perciban menores ingresos.
¿En qué trabajan las mujeres?
Ahora veamos en qué sectores económicos laboran principalmente las mujeres que trabajan. No es una sorpresa constatar que principalmente se dedican al comercio, hoteles y restaurantes, y servicio comunal y social.
Si consideramos que el comercio y el turismo han sido de los sectores más golpeados por la crisis actual, podemos deducir que las mujeres han sido las más afectadas económicamente. Un dato relevante es que en la industria manufacturera trabaja el 19% de mujeres y únicamente el 9% de varones. Este dato evidencia que hay una mayor proporción de mujeres que hombres, trabajando en las zonas francas.
Ahora pasemos a lo que se conoce como categoría ocupacional. Aproximadamente el 40% de las mujeres que trabajan, son asalariadas, y el otro 40% trabaja por cuenta propia. Un 18% de las mujeres que trabajan, no reciben una remuneración por el trabajo que realizan. Aquí estamos hablando de las mujeres que, en lugar de recibir un salario, les pagan dándoles techo y comida.
Finalmente está lo que se conoce como formalidad o informalidad en el empleo. El 76% de las mujeres labora en la economía informal, muy por encima del porcentaje de los hombres que trabajan en la economía informal. Esto es especialmente grave porque significa que las mujeres no tienen ninguna cobertura laboral en caso de accidentes, ni descanso pre o post natal, en caso de embarazos. Además, no tienen décimo tercer mes, ni vacaciones, ni días feriados, ni séptimo día.
Ahora viene la pregunta del millón: ¿Ha mejorado la condición laboral de las mujeres durante el régimen de Daniel Ortega?
Pues fíjense que no. Aquí están los datos: En materia de informalidad, en el 2009 el 74% de las mujeres trabajaba en la economía informal, con Ortega el porcentaje subió al 76%. En el 2009, el 46% de las mujeres se encontraba en condición de subempleo. En el 2017 ese porcentaje se elevó al 52%. En otras palabras, Ortega les recetó a las mujeres más trabajo informal y más subempleo.
¿De dónde salen estos datos? Los publicó FIDEG, en su estudio sobre pobreza.
Por tanto, cuando escuchemos la propaganda del régimen sobre los supuestos logros del régimen en materia de equidad de género recordemos que, en materia de empleo, que es, al mismo tiempo, materia de ingresos, la condición de las mujeres, en lugar de mejorar, con Ortega más bien a empeorado. Y si no han mejorado en materia de empleo e ingresos, pues obviamente tampoco han mejorado su bienestar.
En otras palabras, el régimen también en este campo, lo que divulga son patrañas.
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