Observando las maniobras que el régimen ha comenzado a desplegar, es fácil deducir que su equipo de crisis tiene ya diseñada y en ejecución su estrategia para intentar mantenerse en el poder. Es crucial identificar los principales trazos de esa estrategia para saber qué nos corresponde hacer. Con este fin, comparto algunas apreciaciones:
El punto del que debemos partir es que NO enfrentamos un grupo con un proyecto político o ideológico. Se trata de un grupo mafioso aferrado al poder y dispuesto a seguir puntualmente la consigna dictada en su momento por el finado Tomás Borge: “Podemos pagar cualquier precio, digan lo que digan, hagamos lo que tengamos que hacer. El precio más elevado sería perder el poder”. Con esta base, anotemos:
La primera línea de acción estratégica está concentrada en el movimiento estudiantil, que con su vigor y generosidad abrió las compuertas de la energía ciudadana.
¿Qué persigue el régimen en este flanco? Neutralizar al movimiento. Para ello trabajan en dividirlos con infiltrados, y desacreditarlos mediante campañas mediáticas. Ya sacaron a funcionar a su aparato de UNEN, infiltraron agentes en el movimiento y desarrollan una campaña para mostrarlos como manipulados, fragmentados y preparándose para acciones violentas.
Los jóvenes ya sabrán cómo salirles al paso, y lo están haciendo. A nosotros nos corresponde continuar nuestro respaldo moral y contribuir a neutralizar esas maniobras y campañas.
La segunda línea de acción es el campo institucional. El baño de sangre ha provocado conmoción no solo a nivel nacional sino también en la opinión pública internacional. Múltiples voces demandan una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la CIDH. Ante esa demanda de justicia, los estrategas del régimen montaron la patraña de la Fiscalía General de la República, a fin de adelantarse a cualquier reclamo internacional, con el argumento de que ya las autoridades nacionales están dedicadas a esclarecer los hechos.
La fiscalía está encabezada por una ex comisionada de la policía, ardorosa militante del orteguismo. Esta institución lleva cinco años “investigando” los atropellos y robos descarados a los jóvenes de #OcupaINSS. Son los mismos que no movieron ni un dedo ante los asesinatos de los menores en La Cruz de Río Grande. No solo eximirán al régimen de toda responsabilidad, sino que estarán prestos a iniciar una cacería de brujas.
Con este mismo propósito, la Asamblea Nacional salió con una maniobra de circo, integrando una comisión de la verdad que nosotros debemos llamar comisión de la mentira.
Nos toca denunciar y ridiculizar estas maniobras de los secuaces de Ortega y, además, insistir una y otra vez en la exigencia de justicia, en nuestra demanda de una misión de la CIDH y de una Comisión de la Verdad, con participación de la comunidad internacional.
El tercer frente es el internacional. No es casual que repentinamente apareciera Wilfredo Penko, el antiguo compinche de Roberto Rivas y aliado de Ortega, que funge como representante de Almagro ante el gobierno. Indudablemente están montando una operación con sus amigos de la Secretaría General de la OEA. Pretenden disponer de una quinta columna, o un cauce paralelo al diálogo nacional, y presentarlo, cuando hagan naufragar el diálogo, como una salida ante las presiones de la comunidad internacional. En este mismo campo internacional, seguirán repitiendo que se trata de una conspiración montada y financiada por los norteamericanos.
Obviamente, parte central de la estrategia es la manipulación del diálogo.
Vamos a repetirlo. Para Ortega la política es la continuación de la guerra por otros medios. Como en toda guerra, su propósito es la derrota de sus enemigos, y para él, los enemigos somos los opositores.
Todos debemos estar claros que para Ortega el diálogo no es un instrumento para promover convivencia democrática. Más bien, es parte de su arsenal de guerra. Recordemos cuánto sirvieron a Nicolás Maduro los parapetos de diálogo, que utilizó como recurso para ganar tiempo y afianzarse en el poder. Hasta el Vaticano fue manipulado en una ocasión. Y allí está, listo para reelegirse.
Si a Maduro le dio resultado ¿Por qué Ortega va a hacer algo distinto?
¿Cuál es su objetivo con el diálogo? Ganar tiempo mientras mete ruido y confusión, emprende negociaciones paralelas, divide a los opositores y desmoviliza a la población. Buscará rompernos la moral e infundirnos espíritu de impotencia y frustración. En simultáneo, procurará apaciguar a la comunidad internacional con el cuento de que ya los nicaragüenses estamos resolviendo nuestras diferencias.
Naturalmente, intentará preservar intactos sus aparatos represivos, actuará selectivamente en contra de liderazgos, locales o nacionales, que considere más peligrosos y se preparará para contra atacar cuando identifique el momento oportuno. Por consiguiente, debemos anticipar los más arteros y siniestros planes dirigidos, si pueden, a reimplantar el miedo.
Todo lo anterior enmarcado en una campaña de desinformación por las redes y por sus medios de comunicación. De ejemplo tenemos la campaña de los resucitados.
¿Qué debemos hacer?
Justicia, libertad y paz es el clamor del pueblo nicaragüense. Debemos redoblar ese clamor.
El sentimiento popular se expresa en la frase que repiten centenares de miles de voces: ¡Que se vayan! Debemos multiplicar esas voces.
Nuestra principal fortaleza es que somos la mayoría y que esta mayoría está decidida a que Ortega se vaya. No podemos aflojar. Mantengamos intacta nuestra moral, nuestro espíritu de lucha, nuestra confianza en que vamos a alcanzar un mejor país para todos.
Y, naturalmente, elevar la presión e intensidad de nuestras acciones cívicas, poniéndole corazón, cabeza y garra.
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