Una de las características de Ortega es la de asumir distintos rostros, mensajes y acciones, sin escrúpulo alguno, según se lo demanden las circunstancias. La presente crisis lo ha puesto de relieve una vez más. Veamos su primera comparecencia, después de 4 días de haber estallado la crisis. ¿Con quien aparece? Con los principales representantes de las fuerzas represivas. Amenazante, descalificador, dueño de la verdad, hablando de una gran conspiración y acusando de delincuentes y pandilleros a los jóvenes que protestaban. Con esa comparecencia no hizo más que echarle leña al fuego. Esto fue el 21 de abril.
La segunda comparecencia corresponde al 22 de abril. Aquí Ortega aparece como negociador. En la coreografía se hace acompañar por representantes de las empresas de zona franca. Sigue amenazante pero ya está claro que la protesta va más allá de lo que le habían informado. Deroga el decreto con las reformas del INSS.
El 23 de abril aparece Ortega «el cordero». No dijo más palabras que aceptar el diálogo con la conferencia episcopal, en carácter de mediador y testigo. Esta vez se hace acompañar, además de su esposa, de unas mujeres que nadie conoce, puestas allí como comparsas para suavizar la comparecencia.
Finalmente tenemos al Ortega que no vemos, pero que adivinamos. Aferrado al poder, conspirando, trazando y dirigiendo planes destinados a desmontar la lucha por libertad, la justicia y la paz que demanda la inmensa mayoría de los nicaragüenses. Planes de acción en materia de propaganda y desinformación; planes de infiltración; planes de represión selectiva; planes en el orden institucional e internacional. Nuestra principal fortaleza es que somos la mayoría y que esta mayoría está decidida a que Ortega y su camarilla se vayan. No podemos aflojar. Mantengamos intacta nuestra moral, nuestro espíritu de lucha, nuestra confianza en que vamos a alcanzar un mejor país para todos. Elevemos la presión e intensidad de nuestras acciones cívicas, poniéndole corazón, cabeza y garra.
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