El calendario internacional está colmado de fechas conmemorativas. Unas ampliamente conocidas y reconocidas tales como el Día Internacional del Trabajo o el Día Internacional de la Mujer. Otras fechas son menos conocidas. Es tal la proliferación de efemérides que frecuentemente las conmemoraciones se reducen a una declaración oficial inocua, o bien, a una mención pasajera en algún medio de comunicación.
Hoy, sin embargo, nos toca referirnos a una conmemoración que en Nicaragua debemos apreciar y destacar muy especialmente. Ocurre que hoy tres de mayo se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa, establecido así por una resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas.
Hay tres libertades que forman un triángulo indisolublemente ligado: la libertad de expresión, la libertad de información y la libertad de prensa.
¿Qué importancia tiene la libertad de expresión?
Sabemos todos que una de los ingredientes esenciales de la libertad, es la libertad de conciencia. De hecho, la conciencia es un atributo constitutivo del ser humano. Una de las diferencias básicas entre los animales y los seres humanos es precisamente la conciencia. La libertad de conciencia está mutilada, si la persona no puede expresar sus sentimientos y pensamientos. Sin libertad de expresión el ser humano se encuentra cercenado en su esencia misma. No hay libertad de conciencia sin libertad de expresión.
Pero además, la libertad de expresión contribuye al debate y al intercambio de ideas que enriquecen la cultura, la identidad y el desarrollo de los pueblos.
La libertad de expresión, a su vez, es incompleta sin libertad de información. La conciencia se alimenta y enriquece con la información.
Y ambas, libertad de expresión y libertad de información tienen en la libertad de prensa uno de sus cauces principales de confluencia.
Sin libertad de información, sin libertad de expresión y sin libertad de prensa el ser humano se encuentra mutilado. Sin estas libertades, el atropello a los otros derechos humanos, la corrupción, la opresión, la arbitrariedad y la indefensión se ensañan en las sociedades.
Por esa razón todo régimen dictatorial coloca a la cabeza de sus prioridades ahogar la libertad de información, la libertad de expresión y la libertad de prensa.
En las dictaduras tradicionales o cuando se agudizan las contradicciones se utilizan métodos groseros. La intimidación, la censura o la violencia campean. Las dictaduras contemporáneas disponen de otros mecanismos.
Es el caso de Nicaragua, aún cuando se registran casos de cierre o destrucción de medios de comunicación, como ha ocurrido en algunos departamentos en fechas recientes (la radio Voz de Mujer, en Jalapa, por ejemplo), o el ametrallamiento de Radio Darío, hace algunos años, por ahora el régimen opta por métodos más sutiles: Se esconde o falsifica información pública, o bien se estrangulan económicamente utilizando el poder del Estado, para terminar comprándolos.
Lo más notorio es la utilización del poder económico para apropiarse de periódicos, radioemisoras y canales de televisión. En la práctica se ha impuesto un duopolio a nivel económico y una alianza a nivel político en el control de los medios.
¿Cómo es esto? El empresario extranjero Ángel González acapara la propiedad de buena parte de canales televisivos y radioemisoras. El resto de medios se encuentra controlado por la familia gobernante. TELCOR, por su lado, bajo el dominio político de Ortega, actúa, no como un ente regulador estatal, sino como gendarme de los intereses de los potentados mediáticos.
De nueve canales que operan en VHF solo uno está fuera del control de estos personajes. González posee los canales 2, 9, 10 y 11, así como un grupo radial. La familia gobernante es propietaria de los canales 4, 8 y 13, además de un grupo de emisoras y medios digitales. También controla el canal 6.
De los medios de cobertura nacional únicamente escapan al control del régimen el diario La Prensa, el periódico digital Confidencial, Radio Corporación y Canal 12.
Es oportuno recordar que La declaración de principios sobre libertad de expresión, adoptada en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos establece:
“Los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos”.
Por su parte, el artículo 68 de la Constitución Política vigente, con todo y las reformas impuestas por Ortega todavía consigna “El estado vigilará que los medios de comunicación social no sean sometidos a intereses extranjeros o al monopolio económico de algún grupo”.
Por ahora ambas disposiciones son papel mojado.
Corresponde pues conmemorar hoy la libertad de prensa. La mejor forma de hacerlo es acuerpando a los medios independientes que todavía quedan y valorar el trabajo de los periodistas. E incluir en nuestra propuesta de cambio hacia el futuro el restablecimiento irrestricto de estas libertades. Sin ellas no hay democracia. Y sin democracia no hay paz duradera ni desarrollo posible.
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