Escritos económicos

Para qué sirve el crecimiento económico – “Alguien se está comiendo los frijoles”

frijoles bis

¡Crecimos el 4%! …¡Crecimos el 4%!…gritan a voz en cuello los voceros del gobierno. Y el coro de comensales del régimen repite con alborozo la misma cifra. Pero ¿qué significa crecimiento económico y qué hay detrás de esas cifras? Veamos.

Uno de los conceptos fundamentales en macroeconomía es Producto Interno Bruto. El famoso PIB -esas son sus siglas- representa el valor de la totalidad de los bienes y servicios que producen en un año los residentes en un país. El PIB incluye entonces las toneladas de maíz que cultivan nuestros campesinos, los viajes que realizan “las caponeras”, los litros de leche pasteurizada que generan las plantas lácteas o los servicios bancarios que presta el sistema financiero nacional, para mencionar algunos rubros.

El valor del PIB mide el tamaño de una economía. Un país puede tener un inmenso territorio, una numerosa población o cuantiosos recursos naturales, pero lo que determina el tamaño de su economía es cuánto produce. Así, por ejemplo, Nicaragua es el país más extenso de Centroamérica, probablemente disponga de los mayores recursos naturales, pero es la economía más pequeña de la región.

Un concepto estrechamente asociado al PIB es el crecimiento económico. Este indicador revela en cuánto aumenta la producción del país en un año. Se mide en valores absolutos, pero se refleja en porcentaje. Para ilustrarlo mejor. Supongamos que un país sólo produce frijoles y que su producción, es decir, su PIB, era 100 quintales. Si esa economía creció en un año el 4% significa que ahora su PIB es de 104 quintales de frijoles.

Pero el análisis no puede quedarse aquí. Es preciso saber qué ocurre con esos 4 quintales de frijoles adicionales que ahora produce ese país. Esos cuatro quintales, que significan mayor ingreso y mayor cantidad de bienes disponibles puede utilizarse para distintos fines. Por ejemplo, puede utilizarse una parte para semilla de siembra y ampliar el área cosechada para el próximo año y en consecuencia producir más. O, vender otra parte para comprar tractores o capacitar a los productores a fin de mejorar los rendimientos. Esto se llama inversión. Pueden utilizarse también para comérselos. Y esto se llama consumo. O bien, un sector de la sociedad puede acapararlos y dejar al resto de la población en las mismas, o peor, es decir, igual que si la economía no hubiera crecido. Esto se llama concentración del ingreso.

Cómo se utilizan los resultados del crecimiento económico es lo que los economistas llaman distribución del producto y es decisivo para el desarrollo económico social del país. ¿Me van siguiendo? Pasemos entonces a examinar qué ocurre en Nicaragua.

De acuerdo a las cifras oficiales del Banco Central, en los últimos tres años la tasa de crecimiento económico ha sido 5.7% en 2011, 5% en 2012 y 4.6% en 2013. Son cifras positivas, no hay duda. Aunque hay evidencias de que podrían ser mucho mejores, esa es otra discusión. Por el momento pasemos a ver cómo se distribuyen en Nicaragua los frutos del crecimiento económico.

Comencemos por los salarios. El sentido común indica que si la economía ha crecido, los ingresos de la población asalariada deberán mejorar. Las cifras del Banco Central nos indican que entre el 2010 y el 2013 los salarios reales han caído en ¡más del cinco por ciento! ¿Cómo es eso? …hay más frijoles y a los asalariados les redujeron la ración en lugar de aumentársela. ¡Alguien se está comiendo los frijoles!

¿Cómo puede explicarse eso?

El gobierno y sus voceros lo han explicado ya. No se pueden mejorar los salarios porque hay que generar más empleo. Entonces revisemos qué nos dice el Banco Central en materia de empleo. Nos dice que 8 de cada diez nicaragüenses con alguna ocupación se encuentran en el sector informal, un porcentaje semejante al de los últimos años. Nos dice también ¡qué el subempleo creció en el 2013! Esto significa cero seguridad social, cero décimo tercer mes, cero descanso pre y post natal para las mujeres, cero vacaciones, cero prestaciones laborales. Y entonces…¡en qué país vivimos! Ni salarios, ni empleo. Alguien se está comiendo los frijoles.

Por curiosidad, dirijamos nuestra mirada a los sectores medios porque nadie levanta la voz por ellos. En el caso de los técnicos y profesionales, en sólo 6 años sus salarios se han deteriorado en 15%. Y en el caso de los que desempeñan cargos directivos, casi el 20%. No son ellos entonces los que se están quedando con los frijoles, al contrario, forman parte de los sectores más golpeados.

Pero también nos han dicho que la bonanza económica permite mayores inversiones que amplían la capacidad de producción y que, la faja que nos apretemos ahora, la ensancharemos después. También nos dicen que si mejora la productividad, mejorarán también los salarios. La famosa “teoría del derrame”.

Revisemos pues las inversiones. Las inversiones privadas han disminuido en 25% entre el 2007 y el 2013. Increíble ¿verdad? Hagan la cuenta: 32 mil millones en 2007 y 24 mil millones en 2013. Si no me creen, les invito a ver la tabla I-4 del anuario estadístico del Banco Central. Y en maquinaria y equipo, que es clave para mejorar la productividad, prácticamente se han mantenido estancadas en los últimos 6 años, y los dos últimos más bien disminuyeron. Entonces, qué ocurre con los frutos del crecimiento económico si no mejoran los salarios, ni el empleo, ni la inversión.

¿Le encuentran lógica ahora a la venta sistemática de ilusiones que hace el gobierno con el cuento del canal y los megaproyectos?

Pero queda una última esperanza. Es posible que estemos destinando los frutos del crecimiento a mejorar la formación de recursos humanos. Entonces hagamos pasar al Consejo Nacional de Universidades y leamos su rendición de cuentas. El último informe publicado por el CNU revela que mientras más estudiantes ingresan, menos son los graduados. Y esa tasa es decreciente, año con año desde el 2007. Ese año el porcentaje de graduados fue de 57%. En el 2012 siguió bajando y ahora es de 41%. En contraste, aumentan los fondos para las universidades públicas. ¿Pueden creerlo?

Pero todavía queda pendiente saber quién se está quedando con los frijoles. El problema es que este artículo ya se hizo muy largo.

 

 

 

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