Yo me niego a aceptar que uno deba quedarse callado frente a la matanza de niños, niñas, mujeres y hombres inocentes palestinos.
Un sentido ético y de conciencia humanitaria elemental me lleva a negarme.
Yo me niego a aceptar que la voluntad de las élites israelíes, en particular la voluntad de los sectores más extremistas, sea equiparable a la voluntad de Dios.
Me niego a aceptar que se corresponda con la voluntad de Dios el bombardeo de refugios amparados por Naciones Unidas y edificios con civiles indefensos.
Yo me niego a aceptar que con el pretexto de combatir el terrorismo se justifique la matanza de seres humanos indefensos.
Me niego a aceptar la amenaza de exterminio como forma de afianzar la propia seguridad.
Yo me niego a aceptar la imposibilidad de que dos pueblos puedan convivir pacíficamente respetando cada uno de ellos el derecho del otro a construir su propia identidad y su propio destino en paz y seguridad. Ambos pueblos, israelíes y palestinos, tienen ese derecho que debe ser inalienable.
Yo me niego a aceptar que los creyentes, de cualquier credo, y los no creyentes, seamos descalificados por quienes dueños de su propia verdad, pretendan imponerla a los demás.
Me niego a aceptar la intolerancia, con el argumento de la propia fe. La historia ha demostrado y demuestra que la intolerancia religiosa es a veces tan dañina y perniciosa, o más, que la intolerancia política.
Yo me niego a aceptar la patraña de que clamar por que pare la matanza sea identificarse con agrupaciones terroristas.
Más aún, me niego a aceptar que tomar posición a favor de la vida, la paz y el derecho a la autodeterminación de cada pueblo nos coloque al lado de las posiciones del orteguismo.
Finalmente, me niego a aceptar que no tomar posición pública en este asunto sólo por no alienarse algunos sectores religiosos sea una posición “políticamente correcta”. No es políticamente correcta. Es simple oportunismo.
Yo sí proclamo en altas y claras voces el derecho de cada ser humano, y de cada pueblo, a vivir en paz, libertad y dignidad.
Si el dictador, a pleno sol, dice que es de día… no vamos a decir, simplemente por llevarle la contraria, que es de noche. Coincidir en algún punto con la dictadura, no es coincidir con el todo de la dictadura y mucho menos con sus bases o principios. Muy buen enfoque, diputado.