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Vuelve el cuento de las encuestas

pinochoEn otros escritos me he referido al uso de las encuestas como instrumentos para moldear la opinión pública y crear lo que se denomina en la teoría de la comunicación “espirales de silencio”.

 Parte de la estrategia consiste en presentar una encuesta con resultados favorables al gobierno y utilizar los instrumentos de comunicación para machacarla una y otra vez. Dado que no hay suficientes espacios, ni vocerías, ni medios para contradecir las cifras mostradas por los medios oficialistas, una vez que se repite el episodio, va quedando fijada la opinión en la mente de la gente de que las cifras mostradas por las encuestas se corresponden con la realidad. Si piensan lo contrario no se atreven a expresarlo por la sensación de que su opinión está en minoría, o bien, que no dispone de información suficiente para contrarrestar la opinión que aparece como dominante.

 Con el propósito de proporcionar elementos de análisis y, además, para ayudar al debate cotidiano en la casa, en el trabajo, en el centro de estudios o en la calle, aquí les anexo algunos puntos de la misma encuesta presentada por M&R. No entro a discutir la credibilidad de la empresa, simplemente anoto lo que los medios oficialistas ocultan:

  • El 78% de los encuestados señalan que los principales problemas del país son la pobreza, el desempleo y el alto costo de los servicios públicos. Este porcentaje representa un aumento del 7% con relación a apenas hace 4 meses. Resulta casi obvio pero el porcentaje supera el 80% para los estratos de población de menores ingresos.
  • Más específicamente, quienes opinan que la pobreza es el principal problema han aumentado en 7% en los últimos seis meses (de 29% a 36%). Y quienes opinan que el principal problema es el desempleo han aumentado 11% en los últimos 9 meses (del 13% al 24%).
  • Sigue aumentando el porcentaje de la población que, si pudiera, se iría del país. Un 6% más que hace doce meses. Ya se acerca al 60%. Esta vez la presentación no incluyó la desagregación por edad, pues sería sumamente útil conocer cuál es el porcentaje en el caso de la juventud.
  • Viendo hacia atrás, ha crecido en un diez por ciento, la proporción de quienes opinan que la situación ha empeorado en relación a un año antes.

 Estas cifras revelan que más allá de los discursos triunfalistas del gobierno por las cifras macroeconómicas, la economía familiar no siente esos beneficios, lo cual es natural dado que el modelo es excluyente y concentrador. Y la gente empieza a expresarlo.

 En cuanto a las expectativas hacia el futuro, a pesar del cuento del canal y de los megaproyectos la tendencia es igualmente negativa. Se ha reducido en un 7% el porcentaje de quienes consideraban que estarían mejor dentro de un año, y ha aumentado en un 6% quienes opinan que estarán igual.

  • Esta vez la empresa encuestadora no incluyó la simpática pregunta de la encuesta anterior sobre el apoyo a la implantación en Nicaragua del “socialismo del siglo XXI”. Más de la mitad se inclinó por ese modelo, según esa encuesta, pero a la pregunta de a qué país preferirían marcharse, no hubo quién opinara por irse a Venezuela. Divertido ese cuento.
  • Finalmente dos asuntos más: Sólo el 22% apoya en su totalidad el proyecto de  reformas constitucionales presentadas por Ortega. Y uno de cada cuatro que se confiesan simpatizantes del Frente, se opone a la reelección indefinida. Y esto con todos los retruécanos de la formulación de la encuesta.

Probablemente el dato más preocupante de la encuesta se refiere al ejército, en tanto que se trata de un tema de relevancia estratégica para el futuro del país y está pasando desapercibido: La confianza en el ejército disminuyó del 55% al 45%, en sólo seis meses. La razón la ofrece la misma encuesta, creció en 10% la opinión de que el ejército es partidista. Ahora 44% opina que el ejército es partidista. Volvemos a aquel vicio histórico que ha sido antecedente y consecuencia de confrontaciones: El ejército comienza como causa de división en lugar de causa de cohesión nacional.

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