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Sandino: un hombre de valor y de valores

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Cuando se habla de Sandino, es usual que se le identifique con su gesta anti-intervencionista, por su defensa de la soberanía nacional y por su pensamiento anti-imperialista. Y es natural, porque esas dimensiones de su vida consagran a Sandino como héroe nacional y como un pilar de nuestra identidad nacional.

 Pero hay otras dimensiones de la vida de Sandino que a veces quedan ocultas detrás del resplandor de su heroísmo. A esas dimensiones menos divulgadas quisiera referirme hoy para relacionarlas, como fuente de reflexión, con los desafíos y las realidades del presente.

 Primero. Sandino fue un trabajador migrante. Un obrero mecánico, como el mismo se definía. “Mi oficio es mecánico y con el martillo en la mano me he ganado el pan de toda mi vida”, escribe en una carta a Froylan Turcios.

En Honduras, Guatemala y México; ingenios, enclaves bananeros, empresas petroleras fueron parte de su itinerario laboral y vivencial. Y sufrió, al igual que hoy miles de nicaragüenses, las humillaciones que acechan al migrante en tierras extrañas. En 1922, en una carta dirigida a don Gregorio, su padre, le cuenta:

“Lo miran de pies a cabeza, le hacen mil preguntas, y entre ellas, qué es lo que sabe hacer y que por qué salió de donde estaba y, en fin, hasta desprecios se reciben las más veces”.

Pero si bien la migración es fuente de humillaciones también ofrece oportunidades. Así, en 1927, Sandino escribe “Bendigo la hora en que emigré a un país donde apagué mi sed de enseñanzas bebiendo en nuevas ideas, templé mi espíritu acrisolándolo en el sentimiento de amor patrio”.

El alejamiento físico en el caso de Sandino sirvió para conocer nuevas ideas, vivir nuevas experiencias, asimilar nuevas realidades, y atesorar, en la distancia y el desarraigo, el sentimiento de patria y las certezas de su identidad nacional.

 Es una paradoja de nuestra historia que dos de los pilares más formidables de nuestra identidad vivieran la experiencia de migrantes. Obrero migrante, el uno. El otro, si cabe el término, un intelectual migrante. Ambos, desde sus propias realidades y singularidades, abrieron su espíritu  al mundo, se nutrieron de fuentes universales y retornaron al solar patrio, para fertilizarlo de identidad.

 Hago referencia a esta faceta de Sandino porque son centenares de miles de nicaragüenses migrantes, a los cuales no podemos verlos únicamente como fuente de remesas. A como lo demuestran Sandino y Darío hay en la migración aspectos más profundos y sensibles.

 Ahora que está una ley debatiéndose en el seno de la Asamblea Nacional no podemos limitarnos a los aspectos materiales. Hay implicaciones culturales, sentimentales y de identidad que debemos cuidar. Y también hay que abrirles espacios de genuina participación y escucharles con respeto. Tengamos presente que ellos también son fuente de nacionalidad.

 Un segundo aspecto que quisiera tocar es la infancia de Sandino. “Abrí los ojos en la miseria y fui creciendo en la miseria…Desde que pude andar lo hice bajo los cafetales, ayudando a mi madre a llenar la cesta para ganar unos centavos…Cuando no era el café, era el trigo, el maíz u otros cereales, los que nos mandaban a recolectar, con sueldos tan mínimos y tareas tan rudas que la existencia nos era un dolor”, narra José Román que le cuenta Sandino.

 Y agrega, más adelante, como evocaciones sobre su infancia: “Estaba yo en una época de la vida en que se necesitan, ya no digamos las cosas más elementales para la comodidad del cuerpo, sino lo que es más esencial, el calor de un hogar para la tranquilidad espiritual y la formación del carácter y personalidad…”.

 Más bien por razones circunstanciales, Sandino fue acogido en el hogar de su padre, don Gregorio Sandino. Pudo asistir a la escuela y tener un techo, pero siempre quedaron en su mente las carencias de la infancia “Estoy próximo a ser padre…quiero darle a mi hijo todo el cuidado y todo el amor paterno que a mi me faltó

 A pesar de lo anterior, su hermano Sócrates, primero como divulgador de su causa, en Estados Unidos, después como asistente, le acompañó en su lucha. Y también fue consecuente hasta el final pues ambos fueron asesinados la misma noche. Y su padre, a pesar de las divergencias, que también tuvieron, fue un actor que siempre estuvo presente, desde el inicio de su resistencia hasta la noche de su inmolación.

 Hago referencia a este aspecto de la vida de Sandino por dos temas del presente. La educación y la familia. Si nuestra niñez y juventud carecen de oportunidades de educación, les condenamos al desamparo y a la pobreza. No es escondiendo las cifras que se llenan las aulas o que se forjan mentes con capacidad e independencia para edificarse y edificar un futuro de bienestar.

 En el caso de la familia, es el núcleo más sensible de nuestra sociedad. Cualquier intento de manipulación o intromisión, por mucho discurso o mantos de falsa legalidad con que se pretenda cubrirlos, además de estar condenados al fracaso, sólo puede servir de pasto seco para conflictos. Más temprano, o más tarde. La historia en distintas latitudes y en distintos momentos así lo demuestra. No hay excepciones. Lo digo a propósito de los gabinetes de familia, aprobados por el orteguismo como mecanismos de control social y político.

 La tercera faceta no requiere comentarios. Está contenida de manera clara y contundente en distintas expresiones. Son las opiniones de Sandino sobre el caudillismo. En octubre de 1927 Sandino escribe en un manifiesto “La orientación política de mi patria  debe alejarse de todo caudillismo, pues la experiencia dolorosa nos obliga a buscar otro sendero. El pueblo que siempre ha sido la víctima de la desenfrenada ambición de los caudillos, debe meditar con reposo y sin ninguna imposición

 Más adelante añade “Y es por eso que el pueblo debe meditar al elegir nuestro gobernante, pues si desgraciadamente elige un caudillo, el mismo pueblo crea la dictadura, la cual para sostenerse, tendrá que mantener al país en estado de esclavitud y miseria.”

 Esta posición sobre el caudillismo, Sandino la complementa diciendo:

El pueblo es soberano y debe respetársele su derecho de elegir sus gobernantes; y por esto luchará sin descanso hasta hacer efectivo ese derecho”. Y no olvida la democracia, afirmando: Y educar a nuestro pueblo en un ambiente de democracia efectiva.

 Finalmente, me referiré a las raíces éticas de la praxis de Sandino. Él es reconocido como un hombre de acción y como un hombre de valor. Que lo fue. Pero también estamos ante un hombre de valores. Valores que es imperativo recordar ahora que el enriquecimiento fácil es aplaudido. Ahora que el arribismo y el afán desmedido de lucro campean. Ahora que la práctica del estado botín se ha desbordado. Ahora que el honor, el decoro, la honradez y la dignidad yacen abandonados en un rincón oscuro para una parte de nuestra sociedad.

 Y no solo es cuestión  de recordar esos valores como un ejercicio nostálgico o retórico. Se trata de contrastarlos con las realidades del presente y, sobre todo, contrastarlos con las prácticas de quienes enarbolan su nombre como bandera y pregonan discursos que agreden la estirpe moral de Sandino.

 Qué dice Sandino sobre los bienes públicos:

Los bienes de la nación deben ser sagrados, y deben respetarse, porque el ser partidario no amerita ningún derecho para medrar al amparo de la causa que se invoca. Precisamente, la ambición desenfrenada de los caudillos nos ha hundido en la más sangrienta ignominia, pues las prebendas a los partidarios han hundido a la Nación y al pueblo en la más espantosa miseria”. (Carta al coronel Guadalupe Rivera, diciembre 1927).

 Extraigo como muestra algunas de sus expresiones:

…Tampoco aceptaré pensiones o sueldos. Lo juro. No aceptaré regalos de nadie, ni hoy, ni mañana, ni pasado mañana, ni nunca.

…los tesoros materiales no ejercen ningún poder sobre mi persona.

…Por encima de todas mis facultades se encuentra la honradez

En lo personal, recuerdo que antes era frecuente escuchar: palabra de honor, persona de honor, defiende su honor. Hoy, lamentablemente, esa palabra está desterrada de nuestro vocabulario. Y ¿qué declara Sandino sobre el honor?

…De los conocimientos por mí adquiridos deduzco que el hombre no podrá jamás vivir con dignidad desviado de la sana razón y de las leyes que marca el honor.

…Nosotros luchamos por honor y no por prestigios, porque si el honor lo perdemos habremos perdido el derecho de vivir.

Refiriéndose a una conversación sostenida con Moncada, cuenta: De todo habló pero nada dijo del honor.

…No sigo otra línea que no sea la del honor. Todos mis actos los inspiro en la dignidad y el decoro (carga a Simón Larrache, 1930)

…Antes preferimos la muerte que la vergüenza y la deshonra.

No es casual pues, que en el primer punto de los acuerdos de paz se incluya la frase “Quiere él, pues, asentar como principio o base inamovible, que ningún lucro o ventaja material aspira a conseguir”.

Sandino no es una efigie a observar de reojo, o una conmemoración, un día al año, para envolvernos en discursos. Sandino es ejemplo vital. Un ejemplo que los nicaragüenses debemos llevar en el corazón, en nuestra conciencia, pero sobre todo, quienes nos consideramos sandinistas, sólo honramos su memoria con nuestra práctica, con nuestros actos.

Como el mismo Sandino también escribió: A todos se puede engañar con el tiempo pero con el tiempo no se puede engañar a todos

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