Daniel Ortega firmó el 19 de julio un decreto en el que se reconoce la pensión reducida a los mayores de 60 años. Distintas reacciones ha provocado ese anuncio. Desde aquellos que lo aplauden, pasando por los que se preguntan de dónde saldrá el dinero, hasta quienes cuestionan los aspectos legales o los contenidos del decreto.
En la vida, al final de cuentas, lo que más importa son los hechos. Y aquí el hecho es que Ortega, a las últimas, terminó por acceder a la demanda de la pensión reducida. Y aunque es un derecho renco, porque se establecieron pensiones con cifras fijas que, con la devaluación del córdoba, mes a mes van a perder valor, la realidad es que ahora los ancianos tendrán lo que no tenían.
De lo que sí debemos estar claros es que esta no fue una concesión graciosa o generosa de Ortega. Fue resultado de una lucha ardua, persistente y dolorosa que además de este resultado, también deja lecciones. Y las lecciones a veces son casi tan importantes como los hechos.
La primera, es una lección ya sabida. No podemos creerles “ni el bendito”. La experiencia nos demuestra una vez más que uno de los estandartes del orteguismo es la mentira. Son unos mentirosos. Todos recordarán que hace unos días comparecieron ante los medios de comunicación el presidente del INSS y otros voceros del orteguismo, mostrando por “a más b” que no había fondos para atender la demanda de los viejitos. El diputado Porras llegó más largo al afirmar que quienes respaldaban esa demanda lo que pretendían era quebrar al INSS.
Pero ahora resulta que sí había reales. Porque sería una irresponsabilidad mayúscula que Ortega haya firmado el decreto sin dinero que respalde su compromiso.
¿Quién miente? ¿Los voceros del orteguismo que proclamaron que no había reales? O, ¿miente Ortega al asumir el compromiso de pagar las pensiones reducidas sin que haya reales de respaldo? ¿Quién es el mentiroso?
La verdad es que todos son mentirosos, porque ningún vocero del orteguismo se atreve a decir esta boca es mía sin autorización, como ellos mismos dicen, “de arriba” . Así que tanto los voceros como Ortega estaban envueltos en la misma patraña. Una más.
La segunda lección, también es sabida, pero hay que machacarla: derecho que no se defiende es derecho que se pierde. La reconquista del derecho a la pensión reducida es resultado de años de lucha perseverante y activa por parte de los adultos mayores. Todos los vimos, por años, peregrinar de la Asamblea Nacional a la casa de Ortega, de la casa de Ortega a los medios de comunicación, de los medios de comunicación a las rotondas o a los tranques en las carreteras. Muchos, a causa de la edad y las enfermedades, fallecieron en el camino. Pero bueno, ahora la pensión reducida ahí está. El orteguismo no entiende otro lenguaje que la lucha.
La tercera lección es el valor de la solidaridad. Y esto si es nuevo en la Nicaragua de hoy. El respaldo que, sobre todo de jóvenes, en la última etapa despertó la demanda de los viejitos fue, sin duda, un factor decisivo. Mención especial merece el debut de las redes sociales como espacio de articulación política al impulso de #ocupainss. Ese apoyo, y la ola que venía creciendo, llevaron al orteguismo a los manotazos, primero garroteando, después negando la demanda, más tarde manipulando y por último accediendo. Evidentemente, percibieron que la lucha de los viejitos no estaba aniquilada y en cualquier momento cobraría nuevos ímpetus.
Sin esa solidaridad, los viejitos seguirán peregrinando con su demanda, de lluvia a sol y de sol a lluvia. Pero toda lucha tiene costos. Además de la golpiza y lesiones que sufrieron los jóvenes, el despojo de sus bienes y el manoseo a las muchachas, los malhechores también se robaron 7 vehículos. Y la policía ni vio, ni oyó, ni siente.
La última lección debemos repasarla una y otra vez. La policía se ha transformado en un instrumento de represión política que actúa al margen de la ley. Un dócil instrumento al servicio del régimen dictatorial. En unos casos como órgano abierto de violencia y maltrato, y en otros como cómplice o encubridor de las agresiones de los paramilitares del régimen. Así, la policía, los paramilitares, la fiscalía y el sistema judicial forman un aparato de poder que actúan por encima de la ley para recetar impunidades a los malhechores y castigos a quienes defienden sus derechos.
Es fundamental que repasemos todas estas lecciones. Forman parte de la cartilla de la resistencia al régimen que debemos ir elaborando.
Brillante, Profesor!. Cultivemos la solidaridad como método de lucha social y desterremos al sectarismo y el oportunismo para lograr la imprescindbible UNIDAD