ArtículosPolítica y Realidades nacionales

Hora de poner la barba en remojo

policia orteguista

Hace unos pocos días escribí un artículo sobre la total indefensión en que se encuentra la población frente a las arbitrariedades del orteguismo, cometidas principalmente por medio de la policía nacional.

Cuando presenté ese comentario todavía no se habían producido los atropellos en contra de ciudadanos de Estelí y Ocotal, ni se conocían los pormenores del secuestro de que fue víctima el periodista de la agencia de noticias, AFP, Héctor Retamal.

En el caso de los ciudadanos de Estelí y Ocotal, se repiten los mismos atropellos cometidos en otros territorios en distintos contextos: allanamientos sin orden judicial, detenciones ilegales, abuso de la fuerza, con total impunidad. Llegaron a los hogares y negocios, registraron lo que quisieron, se llevaron lo que quisieron, capturaron a quien quisieron y hasta se dieron el lujo de burlarse de sus víctimas.

En el caso del periodista chileno se combinan una serie de violaciones verdaderamente graves. En primer lugar, el irrespeto a la libertad de prensa pues todo parece indicar que el periodista cumplía su misión profesional. En segundo lugar está el argumento que han esgrimido algunas autoridades en el sentido de que el periodista había violado el perímetro de seguridad del presidente.

¿Cuál es el fundamento legal de ese perímetro de seguridad? ¿cuáles derechos reconoce y cuáles derechos suspende el perímetro de seguridad? Nosotros hemos visto unas vallas que se extienden varias cuadras más allá de la residencia de Ortega, que también le sirve como sede de la secretaría general de su partido y además casa de gobierno. Esa es una zona residencial, con calles donde circula abundante tráfico peatonal y vehicular. Significa entonces que cualquier ciudadano, en cualquier momento, ¿también puede ser detenido por violar el citado perímetro de seguridad? Y cuando circula la caravana de Ortega, ¿dónde se sitúa el mentado perímetro presidencial?

Significa entonces que cualquier peatón o conductor, y aún una familia en su propia casa, si tiene la desgracia de caer en el fatídico perímetro presidencial ¿se encuentra expuesto a ser violentado en sus derechos?

Pero con el periodista chileno hubo más: estuvo secuestrado más de tres días. Porque estar detenido, sin orden judicial y sin que se sepa dónde se encuentra la persona,  lisa y llanamente es un secuestro. Finalmente, el periodista fue expulsado del país sin seguir ningún procedimiento legal, al menos que se sepa. Y no nos engañemos, el hecho de que se trataba de un ciudadano extranjero, de ninguna manera significa que un nacional no se encuentra expuesto a atropellos semejantes.

Los hechos anteriores no hacen más que confirmar que los nicaragüenses nos encontramos prácticamente en estado de excepción, con suspensión de nuestros derechos y garantías constitucionales, con el agravante de que no hay ningún decreto, ni base legal alguna para esa suspensión. Pero tampoco hay guerra, conmoción o confrontación que justifique semejante estado de excepción. Pero sí existe una voluntad dictatorial y unos instrumentos de poder y represión al servicio de esa voluntad.

Seguimos entonces en ruta al precipicio. Y no se crea que esto sólo le puede pasar a quienes andan metidos en protestas o tienen una oposición activa al régimen. No. Cualquier ciudadano, de cualquier condición se encuentra expuesto a la arbitrariedad, a la ilegalidad y al atropello. Ahí está el caso de Estelí, que se suma a Nueva Guinea, Ciudad Darío, San Juan del Río Coco, Condega, Santo Domingo, Santa Pancha, Siuna, y una larga lista de comarcas, poblados y municipios.

Es tiempo pues de poner la barba en remojo. Y hay distintas maneras de poner la barba en remojo.

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