Arte y Cultura

Sergio Ramírez y Fidel Castro

La semana anterior, muchos nicaragüenses nos desayunamos con la grata noticia de que Sergio Ramírez Mercado había sido galardonado con el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2017. Según la descripción oficial es: “el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española”. El premio Cervantes es reconocido internacionalmente como el Nobel de Literatura en lengua castellana.

Sergio Ramírez es el primer centroamericano en recibir el premio. Un reconocimiento que coloca al escritor nicaragüense, por así decirlo, en las grandes ligas de la literatura mundial. Y reafirma a la vez el prestigio ganado por los intelectuales nicaragüenses, poetas y narradores, que incluye una larga lista que arranca, por supuesto, con Rubén Darío, y se ensancha con Ernesto Cardenal, Pablo Antonio Cuadra, Gioconda Belli, Salomón de la Selva, Carlos Martínez Rivas, Lizandro Chávez Alfaro…y mejor lo dejamos de ese tamaño porque la lista es extensa.

La verdad es que se trata de una circunstancia digna de reflexión: cómo un país pequeño, con bajísimos niveles de escolaridad, puede a la vez dar a luz talentos de marca mundial.

El premio otorgado a Sergio debería ser motivo de orgullo para todos. Sin embargo, estamos en un país de paradojas y contrastes. En las redes sociales comenzó a circular fotografías mostrando mantas que hace pocos años colocaron en las calles de la ciudad universitaria, presuntos estudiantes de la Universidad de León declarando non grato a Ramírez. Como para marcar el signo de los aciagos tiempos que vivimos, la misma universidad, la UNAN León, anunció que el 22 de noviembre, realizará un acto solemne para otorgar post mortem, el título de Doctor Honoris Causa a Fidel Castro.

Así estamos. Mientras Sergio Ramírez es galardonado internacionalmente, las autoridades universitarias, que han convertido a la UNAN León en un antro, otorgarán el título de Doctor Honoris Causa a Fidel Castro. Sobran los comentarios sobre esta brutal paradoja. Brutal y elocuente paradoja.

Pero bueno, vamos a dejarlo allí y a seguir con las buenas noticias. Porque también unos días antes, en este mismo mes de noviembre, nuestra poeta, Claribel Alegría, recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. A sus 93 años, Claribel recibió el prestigioso premio con un discurso en el que mezcló su compromiso con las realidades centroamericanas, anécdotas sobre su vida, alegatos en contra del machismo y una dosis de humor. 24 poemarios y varias novelas adornan su obra, que se inició con su primer libro “Anillo de Silencio” y cierra con su más reciente antología que lleva el título “Aunque dure un instante”.

Volviendo a Sergio Ramírez, su oficio de escribir lo presenta primordialmente como un escritor de relatos cortos, cuentos y novelas. Precisamente con las novelas alcanzó su plenitud. Castigo Divino, Margarita está linda la mar, Sara, Mil y una Muertes, para citar algunas.

Pero también Sergio alcanza niveles de excelencia con ensayista. Cumple con rigor su crónica semanal, publicada en connotados diarios de habla hispana, abordando los más diversos temas que uno pueda imaginar. Una antología de esos artículos se recoge en la voluminosa obra “Historias para ser contadas”. Un intimidante texto de casi 800 páginas, que recoge sus escritos periodísticos desde 1966 hasta el 2010.

Pero hay dos facetas de Sergio Ramírez que merecen ser resaltadas. La primera es su papel como promotor cultural. Dirige la revista oficial del Centro Nicaragüense de Escritores, el “Hilo Azul”. Cada número recoge un homenaje a un escritor nicaragüense. Una revista para coleccionar de número en número. Dirige además “Carátula”, revista cultural centroamericana de circulación digital, cuyo énfasis principal es promover a los nuevos talentos.

Por supuesto, su realización cumbre como promotor cultural es el evento anual “Centroamérica Cuenta”, que ha colocado a Centroamérica y a nuestro país en el radar de los eventos literarios mundiales, a la par del Festival de Poesía de Granada.

La otra faceta es la de mentor de nuevos talentos. En lugar de encerrarse en una urna de cristal, Sergio participa en debates, conversatorios, talleres, presentaciones de libros. Y no tiene mezquindad alguna pues reparte a manos llenas los secretos del oficio, ofreciendo en cada intervención genuinas cátedras de literatura.

Cuando Sergio cumplió setenta años las celebraciones de todo tipo se extendieron por días y días. Escribí en esa oportunidad la crónica “Fiestas Patronales” porque tuvo piques, repiques y octavas.

En esa oportunidad anoté el siguiente párrafo:

Sergio se nos mostró de cuerpo entero, distendido, jovial, sólido, chispeante. Nos amenazó con otras fiestas patronales cuando cumpla ochenta años. Bienvenidas sean. Porque Sergio es sin duda uno de los valores más sobresalientes de la literatura latinoamericana actual. Y para orgullo nuestro, es nicaragüense. Y si bien es un escritor que porta laureles, muchos alentamos la fe de que los laureles mayores están por venir.
Así sea.”

Y nuestra profecía se está cumpliendo. Aunque, para ser sincero, el anticipo era tan fácil que mi profecía ni a pronóstico llega. Simple sentido común.

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