Arte y Cultura

Las mujeres también cuentan

portada nosotras también contamos

En ese peregrinar que les he contado, asistiendo a toda actividad cultural que se me pone enfrente, una de estas noches estuve en la presentación de un grupo de narradoras, todas mujeres. Antes había asistido a una de poetisas, y ya les relaté la exposición de las mujeres pintoras. Creo que estos actos de mujeres constituyen una sugestiva, atractiva y efectiva modalidad que ha encontrado el Instituto de Cultura Hispánica de promover el arte de las mujeres.

Llegué un poquito tarde al evento. Lo primero que vi fue al grupo de mujeres, en abanico, todas con sus piernitas cruzadas, frente al público (lo de piernitas es una expresión de dulzura), de todo color, pelo, peso, edad y tamaño, pero todas con caritas de “yo no fui”. Se repartió humor a manos llenas. Dígame usted esa señora, con aires de alguien que no quiebra un plato, que narró el cuento del gordito que madrugaba para caminar y así bajar de peso. Para desgracia del gordito, en la soledad de aquellas madrugadas, le salió un negro con afanes de cogérselo (afro-descendiente parece que es ahora la fórmula políticamente correcta). El cuento describe las angustias del gordito tratando de evadir los acosos del negro. El final no se los puedo contar, pero la descripción de las nalgas sollamadas del gordito es de antología. Y la manera en que lo ilustró con gestos y voz la narradora es irrepetible. Todos reímos a más no poder.

El humor fue sólo una parte. También imaginación y talento. Talento joven y talento maduro. Me encantó por su precisión, sutileza y creatividad el cuento “La fiera amaestrada”: Una maestra es asignada a cumplir funciones docentes en un circo. Se enamora del trapecista. En dos trazos se narra con pulcritud la vida del circo y los cirqueros durante el día: el mal humor de los payasos, la tristeza de los animales. Pero el tema del cuento es la entrega de la maestra al trapecista y su resignación ante el reconocimiento de que su pasión la había reducido a ser fiera amaestrada. Excelente narración. No tengo espacio para referirme a otros relatos igualmente dignos de mención.

Y el premio mayor. El relato de la matrona homenajeada ese día, Mercedes Gordillo, es, igualmente, de antología. Una viuda, con los agobios económicos provocados por el repentino fallecimiento del proveedor del hogar, después de intentar distintas actividades para afrontar los gastos de la familia, termina por dedicarse a vender lotería. Casi sin darse cuenta termina entregando su cuerpo una vez, en el tren, y después, varias veces, a cambio de generosas compras de billetes de lotería. La significativa mejoría en las condiciones económicas de la viuda no pasa desapercibida para los vecinos que comenzaron a interrogar, especular y murmurar. La madre de la viuda, que tampoco conocía el fondo del asunto, apremiada por los rumores, no tuvo de otra que inventar una explicación plausible: es que mi hija vende con frecuencia el premio mayor, respondía a los murmuradores. El premio mayor.

A propósito, Mercedes, esa noche estuvo pletórica. Juguetona. Jugó con nosotros, con su chispa y con su humor. Desde lejos, no dejaba yo de mirar de reojo a su marido, el destacado maestro de la pintura nicaragüense, Alejandro Aróstegui. Al final me acerqué para intercambiar un breve comentario con él. No voy a compartir aquí ni mi comentario ni su respuesta.

Olvidaba escribir que el propósito del acto, además del homenaje a Mercedes Gordillo, era presentar el libro “Nosotras también contamos”, que recoge una muestra de los relatos de 21 narradoras. Por cierto, vendieron la edición completa antes de presentar el libro.

Ya leí el libro. Además del gusto, me quedó una interrogante clavada en el cerebro. Son 21 narradoras y los temas de sus narraciones son: 2 suicidios; un niño que vive la violación y descuartizamiento de su madre por su propio padre; una mujer que acuchilla a su amante, también mujer, al sorprenderla haciendo el amor con su amante, un hombre. Otras ocho narraciones tienen como tema la muerte o están relacionadas con la muerte. Debe haber una explicación para tanta muerte en la muestra. Más allá de la literatura, algo de sociología debe escurrirse en el análisis. Pero este relato no es de sociología.

En el próximo encuentro les pregunto y, por supuesto, les contaré fielmente la respuesta que ellas me den. O las respuestas.

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