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Entre Dios y el Diablo (A propósito de la mediación…)

entre dios y el diabloEntre Dios y el diablo es el curioso título de una pequeña pero extraordinaria obra, enfocada en la vida cotidiana de las mujeres durante el período colonial, cuya autora es la costarricense Tatiana Lobo.

Los relatos que integran la obra tienen como escenario las provincias coloniales de Costa Rica y Nicaragua, y como personajes centrales a mujeres comunes y corrientes de la época: mulatas, mestizas, indígenas, negras y españolas.

Historias que, guardando las distancias y los tiempos, imponen reflexión y muestran claves que delatan el ombligo de comportamientos, desigualdades y tragedias  presentes, conocidas y re-conocidas.

Desventuras, aventuras y desafíos son recreados con maestría a partir del estudio de expedientes realmente existentes en los archivos eclesiásticos. Esos expedientes recogen también la enconada defensa, no siempre exitosa, que las protagonistas hicieron de su vida, de su patrimonio, de sus derechos, de su honra y de su dignidad.

La historiografía tradicional recoge, de la época colonial, algunos episodios de relieve épico que tienen a mujeres como figuras destacadas: Rafaela Herrera y la defensa de El Castillo, en Río San Juan; doña Paula del Real, recordada con su tambor batiente, dando la voz de alarma ante el ataque a León del pirata Dampier; Dolores Bedoya, recorriendo los barrios de ladinos, en la ciudad de Guatemala, para animar a la población a que se movilizara y presionara por la independencia, frente al palacio donde criollos, clérigos y autoridades monárquicas discutían sobre el futuro de Centroamérica.

Pero en los relatos de Entre Dios y el Diablo no hay heroínas ni epopeyas, salvo los pequeños heroísmos y luchas de la vida cotidiana. Los títulos de los relatos revelan, por sí mismos, los contenidos de las historias: La honra perdida; el incesto; la adúltera; el honor recuperado; los malos tratos; la madre soltera; la esclava del convento; la mulata ingrata; la toma del campanario; la inocencia castigada; la orfandad de una india.

 Historias con nombres propios

Tragedias de carne y hueso. Historias con nombres propios. Un mundo retratado en unos cuantos folios.

 Dominga Liberata Moya, despojada de su herencia por el entonces gobernador de Nicaragua José Antonio Lacayo y Briones, quien, al decir de la autora, acarreó desde Ujarrás, en Costa Rica, hasta Granada con las mulas, las vacas, los caballos, las yeguas, los novillos, las joyas y todo lo que era transportable, hasta las piezas del trapiche que se pudieron desmontar, aprovechándose de su cargo y del desvalimiento de la heredera.

Juana Delgado, víctima de incesto. Su padre, Juan Delgado y aparentemente su  hermano, Ramón, hicieron de las suyas con Juana, quien quedó embarazada. Un soplón, vecino de los Delgado, presentó una denuncia a las autoridades que abrieron causa a Juana y a sus parientes por “haber parido, hará tiempo de 15 días, una hija, la cual murió una noche, y la dejaron morir sin agua de bautismo, enterrándola al pie de una cruz, en el patio de la casa”.

Después de una dilatada causa judicial donde el delito de incesto pierde importancia frente a la acusaciones que se hacen a los Delgado de no asistir a misa, padre e hijo son absueltos. El paradero de Juana nadie lo conoce pues al decir de su padre huyó de la casa ante el castigo por su falta. Cómo desapareció Juana queda en el misterio. Pero el juez eclesiástico que absolvió a los varones deja abierta la acusación contra Juana y resuelve “luego que de ella tenga noticia la dé en este juzgado para poner remedio al tamaño de su delito”. En otras palabras, la víctima, transformada en delincuente.

María Francisca Álvarez, Manuela Fernández, Josefa Teresa Martínez, María Dolores Gómez, Andrea Chaves, son otros tantos nombres que aparecen en los relatos. Unas como víctimas, otras reivindicando sus derechos y aún otras de inocencia dudosa. Sólo excepcionalmente pasivas o resignadas.

Buena parte de los asuntos de familia se encontraban bajo la jurisdicción de la jerarquía eclesiástica. En el caso de la obra, el episcopado de León y el vicariato de Cartago eran las instancias competentes. Lobo realizó un trabajo de “excavación” en archivos coloniales, desenterrando vidas, tragedias y enseñanzas. Enseñanzas útiles para el hoy.

Extrañamente, a pesar de que encierra 300 de historia, el período colonial es una especie de hoyo negro pues las obras existentes son escasas, parciales y algunas superficiales. Cierto es que la denominada Colección Somoza (Andrés Vega Bolaño) y la Monumenta Histórica Centroamericana (Molina Arguello)  son fuente de muy valiosa información, pero se trata de yacimientos documentales que han sido poco analizados o trabajados. Una excepción a destacar es el libro de Germán Romero “Estructuras sociales de Nicaragua en el Siglo XVIII). Un libro que hay que leer. Y volver a editar.

Apenas uno se asoma a ese período se encuentra con que allí se amalgamaron, incubaron y forjaron las características más hondas de nuestra sociedad, nuestras formas actuales de ser, de sentir y de hacer. Las instituciones, las creencias, el marco ideológico, el poder y el influjo religioso. Si queremos interpretar el presente, escarbemos en ese pasado que no es tan lejano.

La mediación en la colonia

Por tener relación directa con un debate de actualidad, les comparto la síntesis de una de las historias: “Los malos tratos”.

Nicolasa Vargas, española casada con un español, es víctima de constantes agresiones físicas de parte de su marido, José de Céspedes. Los atropellos son repetidos y José termina por abandonar a Nicolasa quien, con un hijo y después de tres meses de penurias económicas, solicita la intervención (mediación) del vicario episcopal para que persuada a su marido de regresar al hogar a “vivir como Dios manda”.

El vicario convence a Céspedes a regresar pero éste, después de la mediación, sigue ensañándose en su esposa quien declara “Mis cariños lo incitaron a mayores agravios, llegando al extremo de haber sacado su cuchillo para matarme, del que me defendí habiendo hecho fuga y escondiéndome en un solar toda la noche”. Además, Céspedes pregona que tiene otra mujer. Convencida de que no hay solución, Nicolasa solicita la separación definitiva invocando la causal de adulterio  “pues las leyes son comunes, y las mismas que al hombre favorecen, le favorecen también a la mujer”.

Pero esta vez, el vicario impone la mediación y convence nuevamente a José de regresar a vivir bajo el mismo techo con Nicolasa. El resultado lo describe así: “y, con inhumana impiedad me castigó descomponiéndome la cara….No satisfecho con los golpes que me había dado, se fue hasta su caballo adonde tenía la espada…”. Nicolasa alcanzó a huir y salvó su vida. Pero no se salvó del vicario que nuevamente insistió en reunir a los cónyuges. Impotente ante la tenacidad del cura y lo desalmado del marido la mujer terminó por acudir a la ayuda del Diablo. Pero sin pecado ni brujerías. Y el Diablo la salvó.

Se desconoce si fue concertado o real, pero el hecho narrado es que Nicolasa consiguió el testimonio de María Josefa Vargas quien declaró haber sostenido con Céspedes el siguiente diálogo: María Josefa: ¿Sabés, José, que el vicario tiene la intención de juntarte con Nicolasa en casa de doña Engracia?. Céspedes responde: Si es así, a la primera ocasión que me dé esa señora Engracia, le daré como un demonio.  Y replica María Josefa: Cuidate….No seás tan bocón y tan voraz”. José responde: De por sí le tengo entregada mi alma al demonio”. Fue suficiente. El vicario esta vez se espantó ante la declaración y terminó en la cárcel pública “por pactar con satanás”. La separación esta vez resultó definitiva.

Lo que no pudo la mediación… lo pudo el Diablo.

(*) En Nicaragua se produjo un agudo debate con ocasión de una reforma promovida por el gobierno sobre la Ley Integral contra la violencia hacia las mujeres (Ley 779), mediante la cual se introdujo la figura de la mediación en determinados delitos de agresión a mujeres. Con la oposición de la totalidad de las organizaciones de mujeres, la Asamblea Nacional aprobó esas reformas en septiembre del 2013.

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