El Observatorio Ciudadano sobre el COVID19, es un esfuerzo que realizan profesionales nicaragüenses por recopilar y dar a conocer públicamente información sobre la evolución de los contagios y fallecidos a causa de la #pandemia. El esfuerzo lo lleva a cabo un equipo formado por profesionales de la salud, ingenieros, comunicadores y de otras especialidades. Si bien la información que ofrece no es completamente exacta, sí nos proporciona una idea aproximada de por dónde anda la realidad del país, y es un esfuerzo que se justifica plenamente ante la política oficial del régimen de ocultar y falsificar información sobre la gravedad de la pandemia en nuestro país.
Precisamente, la semana anterior se dieron a conocer a nivel nacional y a nivel internacional unos datos que se obtuvieron, de forma subrepticia, directamente de los registros del laboratorio central del Ministerio de Salud. Se trata de una información detallada que comprueba lo que ya sabíamos, pero no teníamos evidencia. La información demuestra que tanto Daniel Ortega como sus funcionarios han mentido de la manera más descarada sobre las cifras de contagios y fallecidos a causa del #COVID19. Cuando los mirábamos aparecer en la pantalla muy serios, en una mano tenían los datos veredaderos y en la otra los datos falsificados. Porque, de acuerdo a la información filtrada, día por día recibían los reportes sobre el número de contagios. Solo un botón de muestra: El 24 de julio reportaban 25 casos, mientras en sus manos tenían el reporte de 2278 casos positivos.
Ya volveremos sobre este asunto. Por hoy quisiéramos referirnos a uno de los últimos boletines del Observatorio Ciudadano, en el cual se recoge información sobre los fallecimientos provocados por la pandemia. El reporte recoge la siguiente frase: “Podemos afirmar que los más jóvenes se infectan, pero son los mayores quienes fallecen”.
Aunque a nivel internacional se repite que los adultos mayores son los más expuestos al contagio, en #Nicaragua no teníamos una indicación sobre cómo estaba afectando la pandemia según rangos de edad. El reporte del Observatorio, que corresponde al 12 de agosto, informa que más del 60% de los contagiados eran menores de 39 años, pero el 84% de los fallecidos eran mayores de 50 años.
Más específicamente, el 66% de los fallecidos eran adultos mayores, esto es, estaban por encima de los 60 años.
¿Cuál es la cantidad de adultos mayores en nuestro país? De acuerdo al INIDE, que es la institución gubernamental a cargo de las estadísticas oficiales, aproximadamente 500 mil nicaragüenses superan los 60 años.
¿La siguiente pregunta es qué protección recibe esta población?
De acuerdo al último anuario publicado por el INSS, en el 2018 había 103 mil adultos que recibían pensión de jubilación y 23 mil, una pensión de viudez. Esto significa que 3 de cada 4 adultos mayores se encuentran en condición de desamparo. Por supuesto, no hablamos aquí de la pensión reducida porque el ingreso que reciben no alcanza ni para pagar el precio que cobra el régimen por una prueba de COVID.
Además de estar en la condición más vulnerable en materia de salud, también los adultos mayores lo están en materia de ingresos, porque tanto quienes reciben una pensión como quienes lo reciben requieren ingresos adicionales para cubrir sus necesidades básicas y es a esta edad donde también golpea más la falta de oportunidades de empleo.
Si con la crisis, aún los más jóvenes atraviesan penurias por la falta de oportunidad de empleo, no es difícil imaginar las zozobras que enfrenta una persona de 50 años, y peor aún, un adulto mayor de 60 años.
En conclusión, si bien todos debemos ser cuidadosos en aplicar las medidas de prevención para evitar contagios, este cuidado debe extremarse en el caso de los adultos mayores pues los datos revelan un muy elevado nivel de mortalidad. Debemos tenerlo muy en cuenta a propósito del empecinamiento del régimen en mantener abiertas escuelas e institutos. El abrazo cariñoso de un nieto que viene de la escuela puede ser mortal.
En los abuelos se juntan Guatemala y Guatepeor: mayor vulnerabilidad ante el virus y mayor vulnerabilidad socioeconómica.
Ah! Y no olvidemos: fueron los jubilados con su protesta quienes encendieron la mecha de la rebelión de abril del 2018. La paciencia de la población estalló al verlos vapuleados a patadas en el suelo o sus rostros ensangrentados a causa de la represión orteguista.
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