A comienzos de esta semana, el ministro de Fomento, Industria y Comercio del gobierno de Ortega compareció en un canal de televisión. Era una verdadera sorpresa ver al ministro ante un periodista independiente, pero no llegó muy largo. Resulta que, ante una simple pregunta sobre el costo de la canasta básica, el ministro quedó contra las cuerdas. Primero dijo “como dos mil córdobas”, después, titubeando, intentó rectificar y balbuceó dos cifras más, dos mil doscientos, dos mil cuatrocientos…como en una adivinanza infantil.
Cierto es que hizo el ridículo. Pero el episodio es mucho más grave de lo que pudiera parecer.
Resulta que el Ministerio de Fomento, Industria y Comercio debería ser uno de los ministerios más importantes del país…si tuviéramos gobierno. Entre sus varias competencias se encuentra la siguiente (y aquí vamos a leer lo que dice la ley): “…defender los derechos del consumidor en todos los mercados internos de bienes y servicios”. Por supuesto que tiene otras competencias en materia económica, pero vamos a detenernos en esta competencia específica.
¿Qué significa defender los derechos del consumidor? Significa que ese ministerio debe ocuparse, para comenzar, de que la población tenga acceso suficiente a los bienes y servicios básicos -comenzando por la comida- en condiciones de precio y calidad. Es decir, que la población no sea víctima de abusos con los precios, o engañada con productos de mala calidad, o estafada con pesas, marcas o medidas fraudulentas.
El ministro entonces debería estaría estar debidamente informado de cómo marcha la economía del país, cómo están los precios de los productos de mayor consumo, cómo está el abastecimiento, cuál es el nivel de inflación y, naturalmente, cuál es el costo de la canasta básica. Para sentarse en el escritorio en que se sienta todos los días y ganarse los reales que le pagan, debería saber esto, y bastante más que esto.
Pero si el funcionario orteguista no sabía ni el costo de la canasta básica, menos que maneje otros datos indispensables para el eficiente ejercicio de su cargo.
Lo hemos dicho y repetido: esta gente manda, pero no gobierna.
¿Cómo van a gobernar si ni siquiera conocen la información más elemental?
¿Cómo van a gobernar si evidencian tanta incompetencia?
¿Cómo van a gobernar si no les importa cómo se las arregla la gente para sobrevivir o salir adelante?
En Vamos al Punto hemos hablado varias veces de la canasta básica y hemos comparado su costo con el salario mínimo y con el salario promedio de los nicaragüenses. Vamos a aprovechar la oportunidad para recordarlo. La canasta básica está compuesta de 53 rubros que se consideran indispensables para que una familia promedio pueda satisfacer sus necesidades esenciales de comida, agua, luz, transporte, artículos de aseo personal, principalmente. De acuerdo al último dato publicado por el Banco Central, al mes de julio del 2019 el costo era de 14 200 córdobas. 14 160 córdobas para ser precisos. La parte correspondiente a la comida costaba ese mes 9 472 córdobas.
¿Cuánto cuesta ahora? No lo sabemos. Y no lo sabemos porque en un alarde de incompetencia y de secretismo, el Banco Central, desde julio del año pasado no volvió a publicar este dato.
¿Por qué no lo publica? Si las cosas hubieran mejorado la propaganda nos tendría atiborrados de datos. Pero todos sabemos que la condición económica y social empeora día con día, a pesar de que no hay tranques, ni paros, ni movilizaciones masivas.
La información sobre los salarios es peor porque a todo lo largo del año pasado ocultaron los datos. El último que publicaron fue en enero del 2019. Ese mes, el salario promedio fue de once mil córdobas. Es decir, que ni siquiera el salario nacional promedio alcanzaba para cubrir la canasta básica, menos todavía si hablamos del salario mínimo.
En cristiano esto significa que a causa del aferramiento de Ortega al poder las familias se han empobrecido, su consumo cada vez es menor y la pobreza cada vez es mayor. El régimen oculta estos datos.
El episodio del ministro exhibió incompetencia, desconocimiento de la realidad y falta de sensibilidad hacia las penurias y aflicciones de la población. Porque con seguridad no solamente este ministro es desinformado, incompetente e insensible. Y si esto son los ministros, imaginemos la capacidad de sus subordinados, militantes de partido, muchos de los cuales aparecen encamisetados, en las rotondas, buscando como garrotear gente. Son los que ocupan los llamados cargos de confianza y devengan jugosos salarios.
Después de la exhibición podemos comprender la incompetencia, la irresponsabilidad y la insensibilidad del régimen frente a la pandemia y sus consecuencias económicas que ya comenzaron a castigar a empresas y trabajadores. El gobierno no ha movido un dedo para mitigar los desoladores efectos económicos que amenazan a todos.
¿Y cómo lo va a mover si el ministro a cargo de los principales temas económicos ni siquiera sabe el costo de la canasta básica? Es importante que sepamos que este mismo ministro tiene a su cargo de promover las exportaciones, cuyos precios se están cayendo; es responsable de apoyar al sector privado, que está desfalleciente; de alentar la inversión, que está de capa caída; de impulsar a las pequeñas y medianas empresas….
Estos son los administradores de la economía socialista, cristiana y solidaria.
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