Autoridades del gobierno norteamericano dieron a conocer que las sanciones impuestas a la empresa Petróleos de Venezuela, Pdvsa, alcanzan también a la empresa Albanisa y al Banco Corporativo, Bancorp.
Comencemos por Albanisa. Esta empresa se constituyó como un subterfugio fraudulento para privatizar, en favor de Ortega, los fondos de la cooperación petrolera venezolana. Los fondos se canalizaron como una operación entre empresas privadas, a pesar de que tenían su origen en un convenio internacional, ratificado por las asambleas legislativas de Nicaragua y Venezuela. Se trató de la mayor privatización de la historia económica de Nicaragua, con el agravante de que fue abiertamente fraudulenta.
Albanisa, constituida como empresa comercial, tiene dos socios, Pdvsa, con un 51%, y Petronic, con el 49%. Según datos oficiales del Banco Central, el monto total de los créditos canalizados por Albanisa, a junio del 2018, se aproximan a 4000 millones de dólares. En los tiempos de las vacas gordas promediaron 500 millones de dólares anuales, libres de polvo y paja. Un capital líquido que Ortega gestionó a su arbitrio, como capital privado.
¿Qué empresa centroamericana, y aún latinoamericana, obtiene utilidades de semejante magnitud?
Adicionalmente, las estadísticas del Banco Central registran que se canalizaron 1000 millones de dólares en concepto de “inversiones extranjeras”, básicamente para generación eléctrica y para la famosa refinería “El supremo sueño de Bolívar”.
Con semejante fortuna y con el patrocinio y ventajismo del poder político, Albanisa incursionó en un amplio abanico de negocios. Según un reportaje publicado por Confidencial, entre estas empresas están: Albageneración, que prontamente se transformó en la principal empresa generadora de energía eléctrica. Y la que cobra los más altos precios. Albadepósitos, dedicada a la importación, almacenamiento y distribución de petróleo y derivados. Albaforestal, cuyo negocio es la madera. Albaequipos (Econsa), empresa de servicios y construcción. DNP, empresa distribuidora de combustible. Hasta una empresa de vigilancia aparece en el amplio listado.
Ocupando un lugar prominente en el trasiego estaba Caruna, que fungió como destinataria y pivote de buena parte de los fondos. Y la joya de la corona: el Banco Corporativo, Bancorp.
Cuando en el horizonte apareció la amenaza de sanciones, los operadores legales y financieros del régimen, con el apoyo de la Corte Suprema de Justicia -que transformó en clandestino el Registro Público- corrieron a crear nuevas sociedades y empresas para trasponer, novar, trasegar y otras leguleyadas, a fin de evadir las posibles sanciones.
Pero lo más grueso será muy difícil de ocultar.
Por ejemplo, Albageneración es la principal vendedora de energía a las empresas distribuidoras de energía Disnorte Y Dissur. Se sospecha, con fundamento, que Tsk, la empresa propietaria estas empresas es solo una fachada que cubre los intereses de Albanisa. Pero supongamos que no es así. En estas condiciones, Tsk cae bajo la órbita de las sanciones decretadas por el gobierno estadounidense.
Sabemos que el proyecto de la refinería “El supremo sueño de Bolívar” quedó reducida a un sistema de almacenamiento de hidrocarburos, asentado en Puerto Sandino ¿Qué van a hacer las empresas que utilizan ese sistema de almacenamiento? ¿Se expondrán a quedar embadurnadas?
Es obvio que cada una de estas empresas, subsidiarias de Albanisa, desarrollan vínculos comerciales con decenas de empresas de distinto tamaño, de capital nacional y extranjero: exportadores, importadores, proveedores, compradores, puestos de bolsa, prestadores de servicios. Empresas que nada tienen que ver con los turbios negocios del régimen, pero ahora el peligro de contagio está a la vuelta de la esquina.
¿Qué harán estas empresas para salir de la órbita de las sanciones impuestas por Estados Unidos?
Ya los bancos habían tomado medidas con los fondos de Albanisa. Ahora tendrán que ampliar sus medidas de previsión.
El otro caso grueso es Bancorp. El año pasado circuló con amplitud una auditoría realizada por la firma norteamericana Grant Thornton. Esa auditoría, que también ha sido citada por algunos medios de comunicación, consigna que Caruna entregó su patrimonio a Bancorp utilizando la figura del Fideicomiso. Un fideicomiso es un contrato en virtud del cual el propietario de un patrimonio, o de un conjunto de bienes, encomienda a otra entidad jurídica la administración de ese patrimonio, por un período determinado, bajo determinadas condiciones. Para que tengamos una idea, es algo así como los albaceas, en el caso de las herencias.
No se trata de depósitos bancarios. En la auditoría citada se les denomina “cuentas de orden”. Por esa razón, con la complicidad, antes y ahora, de la Superintendencia de Bancos, esos fondos no aparecen reportados en los informes de la Siboib.
Pues bien, el monto de ese fideicomiso nos da una idea de la fortuna de Ortega.
¿Saben en cuánto está valorado ese fideicomiso? En la página 58 del informe de auditoría se consigna el equivalente a:
¡Dos mil quinientos millones de dólares!
Ese es el “piso” de la fortuna de Ortega. Nada más el piso.
edmundo jarquin
Muy didáctico, muy bueno.