Historias de ayer y de hoy

El gruñido de un bárbaro en Granada

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Entre el 12 y el 18 de febrero se desarrolla la décimo tercera edición del Festival Internacional de Poesía de Granada. En esta ocasión el cónclave, que reúne a centenares de poetas de los más insospechados confines del mundo, se realiza en homenaje a dos intelectuales centroamericanos: Manolo Cuadra, nicaragüense; y Roque Dalton, salvadoreño.

Un acto de justicia de los organizadores del Festival con Manolo, uno de los intelectuales más sólidos y todavía no suficientemente conocido, ni reconocido en nuestro país. Poeta, narrador, periodista, ensayista, pero sobre todo, un rebelde. Nació en 1907, en Malacatoya, departamento de Granada, y falleció en 1957. Medio siglo de una vida intensa y tensa.

Manolo Cuadra fue miembro de la guardia nacional que combatió a Sandino, en los años 30 del siglo pasado. Estuvo asignado en Quilalí, Jícaro y Ocotal. Posteriormente escribió un libro de relatos sobre esta lucha con el título “Contra Sandino en la montaña”. Opositor férreo a la dictadura de Anastasio Somoza García, sufrió cárcel varias veces y destierros en otras tantas ocasiones, en Ometepe, en Costa Rica, en El Salvador y en Corn Island. Su permanencia como desterrado en esta isla le sirvió para escribir una pequeña y deliciosa obra: Itinerario de Little Corn Island. Escribió una novela corta, llamada Almidón. Tres amores, es su libro de poesías. El gruñido de un bárbaro es una publicación póstuma que recoge sus ensayos y cartas.

Su obra periodística, todavía dispersa y sin publicar, se caracteriza por su filo. Vamos a unirnos al homenaje que tributa a Manolo el Festival Internacional de Poesía de Granada compartiendo con ustedes un artículo que publicó, imagínense ustedes, en 1955. Por desgracia, sesenta años después pareciera escrito hoy. Aquí está:

«esde Aristóteles, los pueblos entran a la cultura por la política, o se detienen en sus umbrales, paralizados por la barbarie. Roma y Athenas en el pasado, como hoy Washington y Moscú, fueron metrópolis esencialmente políticas. Hay un falso concepto de la política porque, desgraciadamente, esta actividad científica ha pasado a manos de ignorantes condicionados y arribistas inmorales.
El puñal no es malo en sí, sino por la mano que lo blande. Cuando el hierro derriba a César, queda santificado; pero cuando el plomo quitó la vida de Lincoln, toda la humanidad se sonroja. Así es la política. Alguien ha hecho creer que es inmoral. De eso se aprovechan los inmorales y además del arma que es, los bandidos la convierten en monopolio.
Se cree que el modesto ciudadano que vive de su trabajo no debe intentar ejercerla bajo pena de quedar para siempre difamado. Y hay que reaccionar contra esa idea, fomentada mañosamente por quienes pretenden que la política es una suerte de BLACKJACK, buena sólo para los gangsters. Hay que enseñarle también al pueblo a blandirla como una espada, para agredir, o un escudo para defenderse…
Sigue diciéndonos Manolo…
Este magisterio que implica hacer política, es, ante todo, para gente bien. Y hacer política en el taller, en la calle, en el corrillo, es obligación. Aún más: debe hacerse en el hogar mismo, y sería saludable, antes de sentarse a la mesa de escaso o de abundante yantar, explicar a la población doméstica que si la comida es escasa o abundante, se debe a la política.
Los pobres sobre todo, los asalariados, los individuos de la economía “subdesarrollada”, deben elevar a términos de acción “política”, porque todo lo que existe sobre la faz de la tierra lo es: el precio del maíz, el sube y baja de las carnes, las franquicias para montar juegos prohibidos, el aguardiente bebido en barra y la mancebía que funciona en la contratapa de un edificio para investigaciones de algo.
Una casta de hombres audaces. Despreocupados, enérgicos y sin principios ha hecho de la política, durante más de cien años, un floreciente negocio particular y formado con esa substancia un gran trust internacional. Una chusma frecuentemente mal informada de lo que significa “política” los ha dejado hacer.
Es tiempo que esta chusma se convierta en pueblo y pida participación en el juego donde se exponen sus dividendos. Porque política es civilización. Es hora. La hora del pueblo en la política.«

Hsta aquí el artículo de Manolo Cuadra. Lo escribió hace 60 años. Definitivamente, diremos nosotros, ya es hora del pueblo en la política. No en la política de los gansters. Sino en la política para gente de bien. Porque la mayoría de la gente, es gente de bien.

 

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