Se encuentra en pleno desarrollo el Festival Internacional de Poesía de Granada, en su edición número once.
Durante una semana, los granadinos se visten de gala para recibir a poetas, literatos y turistas de los lugares más insospechados del mundo. Libros, música, comida, recitales, artesanías, fiestas, en múltiples y variadas formas de intercambio cultural. Granada vive la efervescencia de un evento que ya es una institución de alcance nacional e internacional. Un indicador claro es que se ha transformado en noticia en medios de comunicación internacionales.
Este año participan más de cien poetas, de más de cincuenta países de todos los continentes. Desde Macedonia a Taiwán, de Escocia a Australia, de Haití a India, de Australia a Francia, constituyen algunos ejemplos de la convocatoria universal. Por supuesto, también asisten poetas latinoamericanos y centroamericanos. Y la correspondiente cuota nacional.
Francamente uno queda gratamente estupefacto al escuchar a los poetas en su propias voces, en sus propios idiomas, con sus propios gestos e inflexiones, recitar, inspirados, sus mejores poemas. Imagínense lo que significa pasar del inglés al chino y después al portugués y más tarde al turco. Uno no entiende nada, a pesar del esfuerzo de traducción…pero lo disfruta.
De alguna manera, el Festival Internacional de poesía de Granada retrata las posibilidades y los obstáculos que como sociedad afrontamos.
Los granadinos, en particular los promotores del encuentro, nos ofrecen una lección sobre la cual debemos reflexionar y aprender.
¿Cuáles han sido las claves para este éxito?
En primer lugar imaginación. Creatividad. Porque se han basado en lo que tenemos. Producción poética en cantidad y calidad. Y el prestigio internacional de nuestros poetas y escritores, desde Darío a Cardenal. Además de la belleza de nuestra geografía.
En segundo lugar determinación y perseverancia. No es difícil imaginar las dificultades que cada año deben enfrentar y superar. No todas las puertas están abiertas a la cultura en nuestro país. Pero la voluntad mueve montañas. Y aquí hay que destacar a Francisco de Asís Fernández quien, literalmente, ha dejado la vida, para preservar la vida del Festival.
En tercer lugar la concertación de esfuerzos. Es un evento sin politiquería, sin partidarismos y sin sectarismos. Un evento en el que se suman voluntades. Los organizadores también ofrecen una lección en un campo tan espinoso y tan complicado de transitar. Probablemente esta sea una de las claves más relevantes en la Nicaragua de hoy: la independencia.
Pero no todo es poesía. El festival también tiene una importante repercusión económica. Los hoteles llenos. Los restaurantes llenos. Los coches sin descanso. El vigorón en cantidades navegables. Los artesanos en feria. En las calles se respira un ambiente de regocijo y frenesí.
Decía que es un retrato porque junto a las posibilidades también se muestra lo retrógrado, miope, torpe y sectario que pueden ser las autoridades. En este caso la alcaldía, en lugar de ofrecer un respaldo entusiasta más bien se transformó en el principal obstáculo. Es lo que suele ocurrir cuando se tiene una concepción aberrante del poder: lo que no pueden controlar o manipular, la consigna es anular o aniquilar. Pero la fuerza del evento arrasó con los obstáculos.
Esta vez, la actividad cultural llevó la poesía a las realidades nacionales: rechazo a la violencia y defensa de la soberanía.
Sin duda, en cada ciudad, en cada municipio de nuestro país podemos replicar el ejemplo de los granadinos. Cada uno en su dimensión y con sus propias características. Y generar así actividad económica, atracción turística, producción cultural, recreación popular e ingresos.
En un caso puede ser una belleza natural. La isla El Cardón, por ejemplo, en Corinto. En otro, la personalidad misma de la ciudad. León, por ejemplo, con sus iglesias, su arquitectura colonial y su tradición poética. Somoto, podría adquirir una nueva dimensión con una gestión apropiada del cañón. En otro caso puede ser un sitio histórico, La fortaleza El Castillo, en Río San Juan. En otro una producción agrícola o artesanal. En fin.
Estoy seguro, además, que estamos en capacidad de montar varios eventos de perfil internacional si se logra la combinación que alcanzaron promotores del festival de poesía de Granada.
De lo que se trata es de ponerle cerebro, ponerle corazón y ponerle garra a lo que hacemos y a lo que podemos hacer. Imaginación. Voluntad. Y empeño. Confiando en nuestras propias fuerzas y capacidades. Y si el gobierno no apoya, pues mejor.
Podemos cambiar este país. Pongamos pues manos a la obra.
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